En agosto de 1996, dos conductores de autobús belgas, Marcel Van Loock y Wim Moreels, están detenidos por la aduana marroquí por supuesto tráfico de droga. Aunque son inocentes, el juez marroquí les condena a cinco años en la cárcel civil de Tánger: el infierno. No están preparados para sobrevivir ahí. Aparte de un carcelero y algunos prisioneros, a los demás mortales no les importa en absoluto que son inocentes. Lo único que pueden hacer es intentar sobrevivir y aguantarse.